
El pugilato era el equivalente en Grecia a lo que ahora denominamos boxeo. Era una de las modalidades de la lucha en las competiciones deportivas como los juegos olímpicos o los ístmicos.
No existían categorías de peso sino de edad, por lo que los atletas más corpulentos se hicieron con el control de este deporte.Los atletas luchaban desnudos, espolvoreándose una fina capa
de arena sobre el cuerpo untado en aceite, costumbre que más tarde los romanos
vieron con desagrado, por lo que cubrían sus genitales con un calzón.
Normalmente sus practicantes llevaban el pelo corto, para evitar tirones,
protegían sus orejas con vendas y, en general, sus entrenamientos eran
vagamente similares a los actuales, de forma que los pugiles recurrían a
unos guantes acolchados, conocidos como sphairai, golpeaban sacos de arena
colgados del techo de una sala llamada korukeion, levantaban pesas y realizaban
ejercicios con sombras, todo ello acompañado por el ritmo de una flauta.
Según un proverbio griego, “una victoria de pugilato sólo se
logra con sangre”. Al igual que en el pankration, no había pausas, el área de
la skamma era muy reducida y podía encontrarse vallada, por lo que, estando
además prohibido abrazar al contrario, la competición se convertía en un
sangriento intercambio de puñetazos con muy pocas acciones evasivas, sólo
interrumpido por la rendición de uno de los dos combatientes. Las referencias a
las mejillas y orejas desgarradas de sus practicantes, o a sus facciones
completamente desfiguradas por los golpes, son frecuentes en la literatura de
la época, extremo corroborado por las representaciones escultóricas. En
definitiva, si un púgil deseaba participar también en alguna de las otras dos
modalidades de lucha, siempre dejaba el pugilato para el final: estaba fuera de
dudas que esta competición producía las heridas más graves.
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