La ciudad de Éfeso en la actual Turquía, entonces llamada Asia Menor se encontraba a orillas del mar Jónico y ya no existe. Fue famosa por muchos motivos, uno de ellos, porque en ella se encontraba una de las antiguas siete maravillas del mundo antiguo, el templo de Artemisa.
Según las descripciones de Plinio el Viejo el templo seguía
los cánones clásicos de los templos griegos. Sobre un basamento se alzaba el
templo rodeado por 127 columnas de orden jónico de 18 metros de altura cada
una. El templo tenía unas medidas de 115 metros de largo por 55 metros de ancho
y estaba realizado todo en mármol de color blanco.
El rey Creso encargó la obra al
arquitecto cretense Quersifrón y la parte escultórica a Escopas. La obra fue
terminada por Metàgenes ya que se calcula que las obras se dilataron durante
cerca de 120 años. En su interior se encontraba la estatua de dos metros de
altura de la diosa, realizada en madera de vid y recubierta de oro y plata.
En el año 356 a.C. un hombre llamado Eróstrato incendió
deliberadamente el templo con el único pretexto de que su nombre pasara a la
historia, y ya que el hombre así lo quiso, aquí lo ponemos. En el 323 a.C. , el templo fue restaurado por el arquitecto
Dinócrates.En el año 262 d.C. y en plena decadencia romana, los godos
procedentes del centro de Europa arrasaron la ciudad de Éfeso y arruinaron el
templo y la ciudad. Los materiales serían usados como elementos de construcción
y poco o nada se salvó de esta maravilla; sólo alguna columna queda "in
situ" y algunos otros elementos en el Museo Británico de Londres.
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