Euristeo y Hera estaban furiosos al saber que Heracles había
logrado escapar de las garras del León de Nemea y de la hidra de Lerna, por lo
que decidieron pensar en una tarea fatídica para el héroe. La tercera tarea no
implicaba matar a una bestia, ya que quedaba claro que Hécules podía superar a
los oponentes más fieros, por lo que Euristeo le hizo capturar a la cierva de
Cerinea, ya que era más rápida que una flecha.
Al inicio de su búsqueda, Hércules se despertó y pudo ver el
destello de las astas de la cierva. Hércules la persiguió durante un año por
Grecia, Tracia, Istria y la tierra Hiperbórea. En algunas versiones, la capturó
mientras dormía lisiándola con una red. En otras, se encontró con Artemisa en
su templo y ella le dijo que dejara la cierva y le contara a Euristeo que la
tercera tarea estaba completa. Aunque en otra versión, Heracles atrapó la
cierva con una flecha entre las patas delanteras.
Euristeo había dado la tarea de incitar la ira de Artemisa
por la profanación de tan sagrado animal. Cuando volvía con el animal, Hércules
se encontró a Artemisa con su hermano Apolo. Le rogó perdón, explicando que
tuvo que capturarla como parte de su condena, pero que prometía devolverla.
Artemisa le perdonó, evitando el plan de Euristeo para que le castigara.
Cuando le trajo la cierva a Euristeo, le dijo que se
convertiría en parte de la casa de fieras del rey. Hércules sabía que tenía que
devolverla como prometió, por lo que acordó entregarla con la condición de que
el propio Euristeo saliera y la tomara. El rey salió, pero en el momento en el
que Hércules dejó ir a la cierva, corrió a su señora, dejando a Hércules
diciendo que Euristeo no había sido lo suficientemente rápido. Euristeo,
molesto cuando Hércules consiguió superar a otra criatura, le contó que trajera
el terrible jabalí de Erimanto vivo.
Hércules y la cierva de Cerinea. Fuente en bronce del siglo I a. C
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